Viaje a La Habana (Cuba), año 1975, por Ángel Quesada

ANTECEDENTES

Una vez acabada la carrera de ITOP (Ing. Tec. De Obras Públicas) y con unas ganas locas de salir de la “casa madre” en el año 71, comencé mi trabajo profesional fuera de Madrid, en Almaraz (Cáceres) comenzando la obra de la central nuclear y después en Palmones (Cádiz) el la construcción de la fábrica de Acerinox. El cambio fue para estar más cerca de mi novia sevillana, mi mujer de ahora. El caso era estar fuera de casa y vivir mi vida, mi padre era sumamente protector (o no se fiaba de mi) y, aun fuera recibía frecuentes visitas. Esto es otra historia y la comprendes mejor al cabo del tiempo y con la madurez.

En aquel tiempo había trabajo para dar y tomar y se presentaban oportunidades todos los días. Una de ellas fue la que me hizo saltar de nuevo de empresa ofreciéndome un poco mas de aventura.

Me llamaron para hacer un complejo cementero en Fuerteventura y Gran Canaria y allí que volé. Claro, para eso y con mi novia en Sevilla había que casarse, no como ahora con las “parejas sin papeles”.

Nos casamos en el 73 y nos fuimos de viaje de novios una semana y con las maletas preparadas para, según llegáramos, irnos a Fuerteventura. Yo había estado allí de visita de trabajo y me pareció un paraíso. Íbamos a vivir en las playas de Jandía en un pueblo pequeñito de pescadores, no había ni teléfono, esto para unos recién casados y en aquella época os podéis imaginar. Bueno, pues no. El medio-ambiente o mejor, el turismo y la especulación de tierras echaron abajo el proyecto (creo que fue una decisión acertada) y al final
ni se llevaron a cabo las instalaciones de explotación del jable ni la fábrica de cemento que se iba a ampliar en Arguineguin, al sur de Gran Canaria.

Compuesto, casado y sin nada mas que la ropa, nos vimos en Madrid, viviendo en pisos de alquiler por semanas o por horas (aquello se sabía que era, en calle Clara del Rey) y con la incertidumbre de que en cualquier momento se reorganizaba ese proyecto u otro y teníamos que salir zumbando. Como así fue. Nos fuimos a Vinaroz a hacer una fábrica de cemento, año y medio. Sin niños, todavía, y con un montón de proyectos en la cabeza. Fue un periodo viajero por España y el sur de Francia, yo tenía un proyecto extra en Sástago (Zaragoza) y aprovechábamos los fines de semana para conocer las dos regiones, la preciosa Morella, Gandesa, Alcañiz, y pueblecitos pequeños muy interesantes, visitados por nuestro claudillo años atrás.




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Y así llego la oportunidad del viaje a Cuba objeto de este relato corto. Como siempre en ese bendito trabajo mío y en la empresa donde trabajaba (hasta el año 90), todo era aquí te cojo y aquí te mato y de un día para otro cambiabas de aires. El anuncio de mi traslado a Cuba me lo hicieron en el 8º mes de embarazo de mi mujer y con la idea de que me estaban esperando para empezar una fábrica de cemento en El Mariel, cerca de La Habana, el viaje no era para ir echar un ojo y volver. Había que quedarse desde ya.

Entre visados, documentaciones, etc. se pudo ir demorando la partida con las consiguientes presiones por parte de todos. El final de la cadena era mi presión a Amparo para que ¡ pariera de una vez ¡. Ocurrió, ocurrió, por fin el 5 de Nov. De 1975 Ignacio vio la luz y el 9, cuatro días mas tarde, su padre cogió un avión a Cuba. Creo que mi mujer todavía no me lo ha perdonado, dejarla en casa de su suegra, con el nuevo “paquete” y con un traslado por preparar, reconozco que fue una ptda..faena por mi parte. El 1º de diciembre los tenía en La Habana. Felizmente. 

A mi lo de Cuba me “puso” como ahora se dice. Mis pensamientos sociales de mis 26/27 años estaban a flor de piel y aquel “paraíso” socialista podría ser toda una experiencia. La estancia programada era de tres años, suficiente para darse una idea cierta del país y traerse un dinerillo ahorrado para comenzar una vida un poquito mas sosegada. Desgraciadamente tuvo que ser mas corta por causa de una maldita artrosis de mi mujer, pero fue intensa y enriquecedora.

CUBA, PRIMER TERRITORIO LIBRE DE AMÉRICA.


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PRIMERAS IMPRESIONES. SUS RELACIONES CON LA MADRE PATRIA

La idea de la libertad en Cuba se me quitó, no se si al primer o segundo día de mi estancia, desde la elección de un hotel para vivir hasta que llegara mi familia, hasta la libertad de movimientos para moverme en La Habana o ir al trabajo y no digo nada de leer un periódico fuera de Gramma e incluso para llamar por teléfono fuera del país. En aquellos días, noviembre del 75, todos estábamos pendientes de una
noticia importante para nuestro país y en Cuba aquello de saber lo que pasaba fuera estaba bastante complicado. Por la ley de Murphy tenía que haber alguna complicación y así fue.

Cuando llegué a La Habana, como ciudadano español y como representante de mi empresa me dí a conocer en la Embajada, por supuesto con inconvenientes y trabas puestos por los encargados políticos del proyecto para el que iba a trabajar, y tras conocer al agregado comercial y al embajador y como acto de presentación de una nueva empresa española en Cuba me invitaron a una comida, mas o menos oficial, a la que iban asistir otros en mi misma posición, marinos y técnicos básicamente. La comida fue programada para el 20N. El chofer que tenía para llevarme y traerme del Mariel me comunicó la noticia de la muerte de D. Francisco cuando llegamos a Mariel, no antes por joder y desde el proyecto no hubo posibilidad de hablar con la embajada. Allí estaba yo, sin idea del protocolo, invitado a comer, sin saber si se había pospuesto la comida, sin poder hablar por teléfono y sin poder moverme del sitio por mis medios. El funcionario chofer apareció a las dos de la tarde y a esa hora me llevo a la Embajada. Ya habían comido y estaban con una tertulia de lo mas relajada. Allí casi no se mencionaba la noticia, parecía que había ocurrido antes o que de tan esperada no se daba un tratamiento especial. Curioso y novedoso para mi.

Si se comentaba la noticia con mis cubanos “compañeros” del proyecto. Para la mayoría Franco había sido un gran “jodedor” pero un buen “gallego” (español), que había tenido muchos huevos y que se había saltado el bloqueo americano cuando pasó con el “Virgen de Aranzazu” cargado de juguetes para los niños.

A su funeral en la catedral de la Habana asistió su gobierno, casi al completo, y la iglesia se llenó de gente. El pueblo cubano, al menos en aquella época, tenía un buen concepto de España, la mayoría alardeaba de sus apellidos españoles y los llevaban con orgullo. Recuerdo un negro betún con un apellido Arremechéa contando que su abuelo era vasco. En otra época los esclavos tomaban el apellido de los amos. También en aquella época España era la única nación, junto con los países del Este, y alguna otra honrosa excepción que fue capaz de saltarse el bloqueo. Nosotros les vendimos entre otras una fábrica de ensamblaje de motores y autobuses y la cementera en la que yo andaba metido. Ellos nos pagaban con azúcar cuando el precio estuvo alto. Luego bajó y se nos arruinó el negocio. Creo que fue Fernández Cuesta junto con el embajador Lojendio los que pergeñaron el negocio. De Lojendio había una leyenda urbana, contaban que fue el único “gallego” que tuvo “huevos” para ir a la televisión, en medio de un discurso de Fidel y decir que lo que decía era mentira. A poco le matan. Salió de La Habana en 24 horas y le llevaron al aeropuerto en “procesión” adornando la comitiva con orejas de burro. Pero para los cubanos era un “gallego” con un par bien puesto.

VIVIR EN LA HABANA EN 1975



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La Habana es una ciudad preciosa, muchas veces recuerdo la canción de Carlos Cano en la que la compara con Cádiz y es verdad, el malecón es el paseo alameda gaditano. También tiene una parte, toda una 5ª Avenida y el barrio de Miramar que es La Palmera y Heliópolis de Sevilla. La Habana vieja es cualquier pueblo gaditano con sabor y mas colorista. No se como estará ahora, las noticias que me llegan no son muy halagüeñas, pero será cuestión de tiempo el que se embellezca de nuevo. El Vedado era el barrio de la clase media habanera entes del 59 y en el 75 era un barrio agradable y fácil de pasear, allí está Coppelia, los helados mas famosos de La Habana en una placita, con mesas y buena sombra. En el Vedado y en el Malecón estaban los mejores hoteles desde los años de Batista, en el 75 continuaban, eso si con las restricciones impuestas por su situación política. Recuerdo cuatro en los que se alojaban los extranjeros y en los que únicamente se pagaba con dólares Habana Libre, Riviera, Nacional y Dauville. Los cubanos tenían prohibido su acceso más allá del vestíbulo. En el Riviera, en pleno malecón había pisos en los que, al parecer, atendían a cubanos cercanos al Partido o al gobierno. En las tiendas ocurría lo mismo, con dólares y un permiso especial dependiendo de tu “status” en el proyecto podías comprar en la “diplotienda” artículos que fuera eran impensables. Tampoco en la “diplo” había excesos, pero al menos encontrabas cosas necesarias. Ejemplo. Comprar un chupete y un termómetro te podía llevar días hasta que te lo llevaran a una “diplotienda”, bien es verdad que los cubanos se la ingeniaban para sustituir el producto por otro de similar utilidad .




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Como esto muchas cosas, en casa aprovechábamos los viajes de compañeros para abastecernos de lo imprescindible, matacucarachas, mallas contrainsectos, leche maternal y otras lindezas necesarias para un vástago de apenas 1 mes.

Los cubanos son otra cosa, excepto los muy politizados o funcionarios de su especial “Gestapo” que siempre los encontrabas, en aquella época cada proyecto tenía, al menos, un comisario político, el cubano en general era ( y seguirá siendo) educado y respetuoso. Ingeniosos y trabajadores. Terriblemente nacionalistas, creo que ese ha sido el fallo de los EEUU el no haberlo considerado, En aquellos años se movían por impulsos de Fidel, eran fidelistas. Yo tuve la suerte de trabajar muchas horas a su lado, en una obra pasa eso, y eran atentos y trataban de facilitarte siempre las cosas tanto profesionales como personales. Todo tenía su compensación y nosotros les facilitábamos el acceso a los cigarros puros y al ron, ambas cosas casi inalcanzables para el común cubano. Siempre la nota discordante la ponía el “comisario”, tratando de poner mucha distancia entre los equipos. Mas tarde, este mismo pájaro estuvo trasladado a
España para las mismas tareas y aquí si que destapó su interés.

Conocimos La Habana y sus alrededores, el Mariel, Pinar del Río, los Llanos de Jaruco y algún otro sitio que no recuerdo. Con niño pequeñísimo y sin vehiculo propio, pendientes de las instrucciones recibidas por el funcionario de turno, la cosa no era fácil. No todo fueron pegas, conocimos gente de otros países, mis primeros rumanos los conocí allí, españolitos como nosotros y españolitos que estaban allí profesores de universidad española exilados en los 67-68, y que allí estaban esperando que se les volviera a abrir la puerta. Y un poco desencantados con lo que estaban viviendo en Cuba y no precisamente por la cartilla de racionamiento, sino mas bien por el rumbo político que había tomado el país después de la Primavera de Praga del 68.

Las condiciones de vida en Cuba (La Habana) no eran fáciles, para nosotros los técnicos extranjeros, con cartilla de racionamiento real y cubana, era pasable porque de una manera u otra teníamos acceso a los dólares y a sus beneficios. En mi casa bebíamos leche por mi hijo, nosotros no teníamos acceso a la fresca, solo a la condensada rusa. La compra de alimentos dependía de cuando llegaran estos a la tienda del barrio y la cantidad de bolígrafos y mecheros Bic (fosforeras) que tuvieras para obsequiar al funcionario encargado de la “tienda” y por supuesto de cómo funcionase la red de informadores que te decían cuando y qué llegaba.

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Contábamos con ayuda en la casa, una abuela negra, grande y buena persona (realmente yo hubiera seleccionado otro tipo de habanera pero no me dejaron), cuando cogía a mi hijo, este desaparecía entre sus grandes manos. Nos ayudó mucho en amoldarnos a su sistema de vida y mantuvimos el contacto hasta años después de haber vuelto a Madrid. A los cubanos que trabajaban para ti, niñera, jardinero y también
al “funcionario” tendero les pagábamos con productos de alimentación y otros, generalmente no querían los pesos cubanos y lo que te agradecían de verdad era la provisión de alimentos básicos, tabaco, café y ron. Ellos lo vendían o cambiaban según la cotización en el “mercado” Se daban circunstancias como la no posibilidad de conseguir pescado cuando la flota pesquera cubana, en aquella época, era la tercera en importancia en el Atlántico. Debía de ser una de sus fuentes de divisas y la vendían casi en su totalidad.

Me acordaba del Ramiro todos los días. En frente de casa teníamos un colegio de hasta 13/14 años y todas las mañanas los “pioneritos” formaban, izaban la bandera, cantaban el himno y formaditos entraban en las clases, ¿Dónde había visto yo esto?. A mi pequeño de 1 mes no lo escolarizaron pero sí me lo cuidaron y bien. Desde que llegó hubo que darle de alta en el ambulatorio del barrio y allí le trataron como luego lo fue a la vuelta, con toda minuciosidad, fichas, vacunas, controles, etc. Si no ibas a uno de los controles programados tenías al día siguiente en tu casa al funcionario preguntando que había pasado. Podías pensar que era una atención especial para los técnicos extranjeros pero no era así, los “nativos” con los que tratábamos nos lo confirmaban. Con mi mujer tuvimos también una experiencia clínica mas complicada y fue tratada con igual profesionalidad y sin preferencias, hasta donde sus medios materiales llegaban, que ese era el problema. Nos daban la confianza suficiente, incluso, para aconsejar a compañeras de trabajo que pudieran dar a luz allí sin ningún tipo de problemas, como así fue. En general la práctica médica era buena y profesional, educados con “tecnología” de los países del este de Europa y con restos de la mentalidad de los EEUU. Médicos de antes del 59 quedaban pocos, pero su influencia y la yanqui perduraban. Solo habían pasado 15 años, una media generación. Parecido ocurría con los técnicos que trabajaban en la construcción, profesionales educados con textos y profesores de la URSS, bien preparados técnicamente y con ganas de trabajar. La edad de los “mandos” de aquel complejo no era mayor, en general, de 40 años y no habían vivido otra cosa que su Revolución y el embargo a que estaban sometidos. Peleaban porque las cosas se hicieran bien.

Otra cosa eran los niveles mas bajos, en estos el absentismo era muy importante, pero mucho. No veías a gente por la obra y cuando tenían una de sus frecuentes asambleas políticas salía la gente de debajo de las piedras, pasaban lista. La gente mayor echaba de menos otro tipo de relación laboral, y te lo decían, no se cortaban. La realidad era dura, trabajando 50 o 55 horas semanales, ganando unos pesos que no les servían para casi nada y con unas carencias importantes. Nos llamaba la atención que había muchos asmáticos, para ellos importante conseguir un simple ventilador. Impensable y solo conseguible a base de realizar “trabajos voluntarios” en los fines de semana. Lo mismo pasaba con los frigoríficos, reciclaban los antiguos.

Para los miembros del Partido la cosa era distinta. Podría ser porque, al ser la cara vista del gobierno, no querían que los de fuera pensáramos que eran pobres. No sé, pero siempre he pensado lo peor.

Nos llamaba la atención, en aquella época, que los matrimonios tuvieran que vivir separados en un gran porcentaje. Estoy hablando de profesionales, la razón, al parecer, era la escasez de vivienda y la movilidad geográfica. Se reunían cada semana o 15 días en las “posadas”, también y comúnmente usadas como casas de putas. A unos españolitos del año 75 de Dios aquello  chocaba un poco. Con todo y con eso, nuestra estancia de 9 meses se nos pasó corta y la tuvimos que dejar para una prótesis de cadera de mi mujer que allí, entonces, era impensable.

Quizá más que el relato de un viaje, me ha salido el relato de una experiencia que en un momento de la vida fue muy crucial para mi y mi familia desde el punto de vista social, moral y también económico. Perdonad.

Cuando llegamos a Madrid, de vuelta, en Agosto del 76 habiendo comenzado a asomar el cambio político en España había cosas que por primera vez comenzábamos a ver y a mi, personalmente, me “chirriaban” como nunca podía pensar que así fuera, propaganda del PC mas o menos consentida, revistas como Cambio16 “vendiendo” el fenómeno cubano como un paradigma social, en fin. Los palos del rastrojo por los suelos. Los nuevos contactos con cubanos que mantuve par continuar el proyecto cuando regresamos me reafirmaron en mi idea. Los PRINCIPIOS pueden ser excelentes en el inicio, pero luego, llegamos y los corrompemos. Cuba, en su día, fue el juguete geopolítico de dos grandes potencias y lo pagó, ahora depende de ellos el vencer una inercia de 40 años, igual que nosotros. Luego aparecerán una cuadrilla de hsdp banqueros y demás y volverán a hundir al país.

Mi mujer quiere volver a La Habana, de turista. Me reservo la opinión.

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Un abrazo a todos

2 comentarios:

  1. Angelote: no lo había visto hasta ahora y lo he leído de un tirón.
    Fantástico. Podría constituír el guión para una película.
    El par de huevos los habéis tenido vosotros para ir para allá con un niñito tan pequeño... y menos mal que por razones curiosas el nivel de la medicina allá es bastante bueno.- Mira el Chaves...
    Un abrazo,

    Kurt

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    Respuestas
    1. Tenemos que escribir cosas mas cortas. Trataré de amenizar con salsa.

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