Mis viajes de los años 50, por Ángel Quesada


(nota del Editor: las ilustraciones, que son magníficas, son acuarelas originales, a todo color; son verdaderas obras de arte, de modo que, contra los usos y costumbres aquí establecidos, los he colgado 'desbordando' los ímites de la pantalla; para poder verlos en detalle necesitáis desplazaros a derecha e izquierda por medio del 'scroll' horizontal)


No soy ni orador ni escritor (es lo que se dice siempre antes de soltar un rollo ¿no?, es mas, no creo que el arte de la escritura sea una de las cualidades que me han caracterizado a lo largo de mi vida. Cuando digo cualidades me quiero referir a todas las facetas que se han desarrollado a lo largo de los casi 65 años con los que cuento, buenas y malas. Desde pequeñito mi madre, cuando me mandaban hacer una redacción, que en los primeros años del Ramiro era frecuente y se la leía o me la repasaba, siempre me decía lo mismo por lo cortas y escuetas: “¿de que murió?, de repente”, Aquello era siempre corto y las debía de “matar” así, de repente.

Luego me tocó una larga racha de escribir “cartas de amor” porque mi novia, la misma que tengo ahora, que todavía me dura, vivía en Sevilla y entonces no había AVE, autopistas, coches ni dinero como para muchas visitas.

Finalmente, y esta etapa ha durado 40 años de vida profesional, por ser de ciencias y concretamente dedicado a la ingeniería de construcción lo que he escrito han sido informes profesionales, actas de reunión, cartas y en los últimos años mas cartas para reclamar deudas contraídas con la empresa para la que trabajaba. Una delicia.

He tratado de leer bastante y algo se me ha pegado, y servido para estructurar los relatos y tratar que sean claros, con su “Introducción”, “Exposición” y “Conclusiones”. Pues eso.
El tema de los relatos de viajes es arduo, depende de las circunstancias particulares de cada uno de ellos, de la época, de los acompañantes, del motivo, del sitio y mas…. No es lo mismo un viaje de novios que un viaje de “trabajo” a Bangkok con una peña de compañeros de trabajo. ¿0 sí?.

Otra cosa, trato de escribir tal como hablo, es decir que me pueden salir circunloquios y que de un tema me vaya a otro según me llegan los recuerdos, puede ser que me salgan cosas que no tienen que ver con el objeto del relato pero que de alguna manera, en mi vida o experiencia han tenido relación. Perdonad, pero en definitiva de lo que se trata es de contar experiencias y vida.

En esta entrada me ceñiré a los viajes hasta los 14 o 15 años que fueron los que tuvieron lugar en la mayor etapa del instituto. Después trataré de seguir con los demás y ya veremos como acabamos.

En primer lugar vamos a empezar con la primera etapa: la niñez.


VIAJES DE NIÑO.

El primer viaje realizado, muy vagamente o nada recordado pero sí documentado (tengo fotos), fue a un pueblo de la provincia de Segovia que se llama “Cuevas de Provanco”, debería tener como dos años y allí me llevaron a pasar unos días. Según las fotos jugaba con las gallinas y nada mas.

Mas tarde he vuelto a ese pueblo y continúa siendo un pequeño pueblo con pocos habitantes, entre Segovia y Sepúlveda, con cuevas y poco mas. Alguien cercano a mi familia debía de tener allí una casa y nos la dejaron (antecedentes de las casas rurales en el año 1950) para que el niño, yo, pasara unos días aprovechando los beneficios saludables de la estepa castellana.

Pueblo segoviano

Después, ya mas mayorcito, me “empaquetaban” veranos enteros a Palma de Mallorca. Allí teníamos familia más cercana y me soportaban más tiempo. Cuando digo empaquetaban es que era así, me metían en un avión en Madrid y me recogían en Mallorca y vuelta. Para los amantes de los avioncitos recuerdo los modelos en los que volé, Los “Bristol” de morro gordo y una vez en un “Superconstellation”. Esta ocasión fue muy “glamurosa” porque en el avión volaron conmigo Antonio Bienvenida y otro torero que no recuerdo. El método del paquete lo he usado después con mis hijos y da muy buen resultado, les ponen un cartel al cuello se les llama “niños del escapulario”, por supuesto hay que explicar que significa lo del escapulario.
En Mallorca lo pasaba estupendamente, mi familia tenía una casa de campo en un pueblo a las afueras de Palma, en Establiments ahora un barrio, lleno de huertos, higueras y almendros. También había albercas grandes y recuerdo jugar en ellas haciendo equilibrios sobre sus paredes. Aprendí a coger ranas y renacuajos, lagartijas y alguna culebrilla. Jugaba con los lugareños a coger lagartijas e higos de las huertas de alrededor y a las guerras.
 Había armas, aparte de las propias manos para tirar piedras se utilizaban las cañas. Se cortaba una caña de, mas o menos, un metro de longitud y se le hacía una raja en un extremo para alojar allí la piedra, luego agarrando la caña por el otro extremo se lanzaba como una honda, aquello llegaba bastante lejos.

Otra arma, esta mas sofisticada, era una especie de tirador. Con una goma elástica y un trozo de madera al que se le podía dar forma de pistola, fusil o lo que fuera. Se amarraba la goma a la punta del “cañón” y se cargaba dando tensión a la goma desde la “culata”, los proyectiles eran ganchitos, “ganchets” en el idioma autonómico que se sacaban de las cortinas anti-moscas que existían antes del plástico. A veces si no se encontraban cortinas había cafres que usaban clavos doblados. Aquello era una bestialidad y no se le daba importancia,  de hecho las armas se podían comprar en los puestos de TBOs y pipas del barrio. A los que sois de pueblo (en el mejor de los sentidos) todo esto a lo mejor no os llama la atención y tenéis experiencias de las que contaba Gila, pero a mi, niño de ciudad no se me ha olvidado.
No todo era el campo de batalla, los domingos íbamos a la playa del Arenal o Can´pastilla pero aquello ya era convencional y no tiene mayor interés. Aún era pequeñito y no me fijaba en cosas de mayores. Tampoco ligaba.

Paseo Marítimo de Palma de Mallorca en los años 50



Otro tipo de viajes.

También transcurridos en la etapa de la niñez e inicio de la adolescencia, viajes familiares, cortos y menos cortos pero divertidos y didácticos.

Familiares muy cercanos han sido pintores acuarelistas, y buenos. Eran un guión para organizar y decidir la ruta y el destino de los viajes. Se aprovechaban vacaciones de Semana Santa y verano para que ellos pintaran y el resto del “equipo” disfrutara.

Viajábamos en familia y con amigos, generalmente formaban un grupo de mas de diez personas mayores acompañados por los retoños de cada cual. Unos pintaban y otros a pasear. Estamos en los años 53 a 58 o por ahí y los lugares elegidos por tener que ser pintorescos y baratos eran pueblecitos que casi ni venían en los mapas.

Los medios de transporte eran variados, trenes y autocares de línea y después en lo que hubiera. En los trenes en 3ª, a los niños nos ponían un “cinturón de seguridad”, dormíamos en las redes donde se ponían las maletas y nos ataban para no caernos. Menos mal que no había frenazos, a nadie se le rompió la espalda.

Los trayectos podían durar dos días. Por ejemplo, para llegar a Ubiarco (Cantabria) se iba a Torrelavega (una noche) y después en la trasera de camionetas de recogida de leche hasta el pueblo en cuestión. Para llegar a la Vera o la Las Batuecas un día entero, y todo así.

En el lugar de destino el alojamiento era en fondas o en casas particulares, muy rurales y ecológicas, generalmente sin luz ni agua corriente. Para la gente de los pueblos era un acontecimiento y, la verdad, en la mayoría nos recibían estupendamente y nos integraban en sus casas de forma que nos hacían repetir en otra ocasión.

Entre los pueblos de la zona se iba en carro, en bicicleta prestada o andando. De esta manera conocí en esos años la zona de Ubiarco, Suances, Santillana del Mar y otros pueblecitos. 

Playa de los Muertos, Ubiarco (Cantabria)
'Foto' familiar en El Higuero (Ubiarco)

En la comarca de La Vera éramos asiduos a los Monbeltrán, Cuevas del Valle, las Cinco Villas, Arenas de San Pedro y hasta Plasencia. Fotografías tengo pocas pero si me quedan las acuarelas que se pintaban y que me sirven ahora como buenos recuerdos y muestra para mi práctica en ese oficio.

Los niños disfrutábamos como leones, más o menos todos de las mismas edades entre los 7 y 10 años y con las familias muy unidas. Una experiencia que años vista sirve para apreciar el valor de la familia. Siempre había ríos con agua y piedras por donde saltar y para tirar, vacas, ovejas y gallinas con las que jugar y trastear. En Semana Santa salíamos en las procesiones del pueblo, como todos los demás, muy serios y vestidos de domingo.

Solo una anécdota un poco discordante. Fue en Piedraleves (o Pedro Bernardo), en Ávila, debió haber una discusión en la que participamos nosotros con los chicos del pueblo, recuerdo que fue por un “déjame prestado el balón” de balón violento, eran mayores y mas fuertes, yo les llamé “nena” y me zurraron, me “chivé” a mi padre y el debió dar una colleja al interfecto. Resultado: apareció el padre y alguno más y nos tuvo que sacar del pueblo la Guardia Civil.

Pueblo de la Vera

Pocos años mas tarde hubo una serie en TVE que se llamaba “La casa de los Martínez” y que parte se desarrollaba en el idílico pueblo de marras. Por definición no recuerdo haber visto ni un solo capítulo.

En Las Batuecas y la Peña de Francia nos quedábamos en La Alberca, en aquella época ya era un pueblo conocido desde el punto de vista pictórico, era monumento histórico artístico u otro título parecido. Lugar de destino desde la República de viajes de estudio de Bellas Artes y Escuela de Cerámica y de esa experiencia lo conocían mis tíos.

Sin luz eléctrica en esos años, solo el Ayuntamiento, tampoco había hoteles y nos alojamos en casas particulares que sí estaban acostumbradas a gente de nuestra “calaña”. No había ninguna construcción nueva y me llamó la atención una ermita a la salida del pueblo que estaba cerrada pero que por la mirilla abierta de la puerta dejaba ver un montón de huesos y esqueletos desperdigados por el suelo.

He vuelto a La Alberca en varias ocasiones, incluso para recoger un premio a mi tío ( el estaba muy enfermo ), el pueblo continúa precioso, hay hoteles fuera del mismo y las tiendas y bares que se han abierto dentro del casco urbano guardan bastante la visión rustica del pueblo.

Por los alrededores se visitan Miranda del Castañar, la Peña de Francia, Bejar, Candelario y mas.

Plaza de La Alberca (Salamanca)

Otra anécdota y me callo:

En ese viaje estábamos motorizados, mi tío tenía un 4.4 en el que íbamos los cuatro mayores y el niño (yo), maletas y trastos de pintar. Volviendo a Madrid y cerca de Ávila aquello se calentó, se había rajado la junta de culata. Nos pilló cerca de la noche y nos lo arreglaron en una gasolinera a base de sellar la junta con pasta de jabón y pimentón de la Vera. Llegamos a Madrid. Durante muchos años y coches he llevado un bote de pimentón y una pastilla de jabón “lagarto” por si las moscas.

Desconozco como organizaban los viajes, como buscaban las casas, si es que las buscaban o si simplemente llegaban y se arreglaban, pero aseguro que eran un completo éxito.
Aquellas excursiones tenían que contar. Una pandilla de gentes de clase media, profesionales y funcionarios, con su prole por los pueblos y carreteras de la segunda mitad de los 50. No había muchas. Ellos, los padres siguieron  viéndose hasta que uno tras otro han tenido que irse. Los hijos nos vemos pero menos, cada cual tiene su prole y, también, alguno ha tenido que irse.

De esta guisa conocí “profundamente” regiones de Alicante y Asturias y desde luego me enseñaron a apreciar la belleza de paisajes y costumbres de España.

Ávila desde Mirador de Santa Teresa
Pueblo de Alicante
Crevillente (Alicante), del pueblo de los abuelos


Entremedias de aquella época se encontraban los viajes del Ramiro hasta “4º y Reválida”, viajes de un día y que no voy a relatar porque seguro que muchos de los pueden leer esto se acuerdan mucho mejor que yo. Recuerdo Guisando (que lo conocía de las excursiones familiares) y Aranjuez. Fuimos a mas sitios. Mi madre no perdonaba que yo no fuera a cualquier excursión o posibilidad de conocer cosas, salieran los medios de donde salieran.
Empecé yendo a los campamentos de la OJE en Navacerrada de los cuales he recibido hace poco imágenes que lo prueban y terminé en los “boy scouts” y no por cuestiones de índole político o religioso, simplemente porque en el grupo scout tenía familia. La familia siempre presente.

Como viajes no tenían nada de particular con 12 o 13 años lo más lejos que íbamos era a Guadarrama en tren o autocares de línea y luego mucho andar.

Indudablemente fueron una experiencia y una formación en todos los aspectos. Incluso político, los “boy scouts” no estaban legalizados en aquellos años y teníamos que salir (mi grupo) con la tapadera de la Sociedad Deportiva Excursionista (¿recordáis el “Dos Castillas” del puerto de Navacerrada, enfrente del Arias?, pues eso). No estaban legalizados pero sí tolerados, casi todos los grupos y el “movimiento scout” en genera tenían un origen parroquial que acogía gente de diversa ideología social y que no comulgaba con la gubernamental. En mi grupo teníamos cura pero no parroquia. El padre de Manolo, que así se llamaba, había sido scout y se lo “pegó” al hijo. Recuerdo que era cura porque cuando salíamos sábados o domingos y venía el no quedábamos a oír misa en los Carmelitas de la Plaza de España y la oíamos en el campo dicha por el. Por lo demás no se le notaba nada, ponía una nota de madurez en aquella tropa de gente entre los 12 y los 16 años pero poco más. El podría tener 26, 27 y aquello dejaba muy tranquilos a los padres.

Dejo aquí, por ahora, los “Mis viajes”. Me marcaron una etapa y, de alguna manera, me imprimieron carácter de querer conocer lo desconocido y lejano.

Me ha servido de forma clara para el desarrollo de mi vida personal y profesional. Pero esa es otra historia que habrá que seguir contando.

Angel

9 comentarios:

  1. Pues me han gustado, porque yo hacía casi lo mismo con mi familia. El verano era larguísimo. En agosto mi padre nos llevaba, en los medios que describes RENFE (3º clase) y autobuses de línea a sitios que nadie sabía donde estaban. Fuimos a Bejar y Candelario (5 años) que mencionas. En tren hasta Plasencia. Luego autobuses hasta llegar al destino. También recuerdo Santa María del Tietar, Lozoyuela y Belorado y por fin La Playa (Alicante). Mi padre era aficionado a la fotografía y cuento con numerosas fotos de aquellos lugares.

    Por supuesto alojamiento en casas de lugareños que nos veían como los Mr. Marshall. Me acuerdo contando a la hija de uno de ellos como era el metro, que no se podía ni imaginar... Era la España de los 50 y 60 que tenía encanto, aunque fuese muy pobre

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  2. Tengo pocas fotos de aquellos viajes y no las tengo escaneadas. Sí tengo acuarelas de mis pintores tíos y amigos. Aparte de ser recuerdo, es que son buenas. En una próxima extensión de "mis viajes" las colgaré.

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  3. Pero es que nadie visitó Ciudad Rodrigo habiendo estado tan cerca??
    Allí nací yo, pero no lo visité hasta ser muy mayor.
    Por cierto, Angel, yo tengo dos cuadros en casa, dos acuarelas de una tía de los García Reneses que imagino es la misma tía de la hablas. Es así?
    Mientras escribo esto recibo una llamada de Aito y me confirma que es vuestra tía María Reneses.

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    1. Yo sí he estado en Ciudad Rodrigo. Dos noches, en el Parador (de cine, tío). Fue un fin de semana largo, de ver Salamanca (Los Arapiles) y Ciudad Rodrigo, siguiendo los pasos de Álava (si no es por él de Ciudad Rodrigo no quedan ni los cimientos). Naciste en un pueblín muy bonito, de veras que sí. De los que justifican un puente de Santa Consti - Santa Concha.

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  4. Ángel: muy buenas las acuarelas. Tengo pendiente Ciudad Rodrigo, si que he estado en La Alberca,las Hurdes de Buñuel (Fragoso, El Gasco), las Batuecas y Hervás.
    Cerdán

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  5. También yo he estado en Ciudad Rodrigo, justamente el día en que se inauguró la Olimpiada de Barcelona, lo recuerdo bién porque vi el flechazo de encendido de la antorcha desde la calle y por la ventana de un bareto.
    Cuentan las lenguas que los escudos que hay en las fachadas de las casas, que hay muchos, y están todos torcidos, lo están representando la estirpe bastarda de sus propietarios, que según parece se les enviaba a aquella zona del reino, zona fronteriza y alejada de la casa matriz.
    Muy bonito y puerta de la ruta sur hacia Bejar recorriendo las Batuecas y la Peña de Francia.
    Creo que esto lo dimos con el Vigueras ¿no?.

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  6. Rastreando hoy en el blog, me he encontrado con esta maravilla, que se conoce que me pilló fuera y no la ví cuando salió.

    Ya había visto tus acuarelas, que me llamaron mucho la atención; la verdad es que son todas fantásticas y más propias de un pintor experimentado y profesional.- Supongo que habrás hecho exposiciones; en caso negativo, ya va siendo hora.

    Con mi ojo fotográfico me ha llamdo especialmente la atención la de La Alberca: eres capaz hasta de difuminar el entorno y obligar a la vista a que se centre en la imagemn central a la vez que le das profundidad de campo, igual que con las fotos. Genial

    Un abrazo y dale al pincel,

    Kurt

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    1. Tarde pero de obligado cumplimiento. Solo soy el autor de la de la playa de Ubiarco. El resto, e sea las acuarelas de verdad, son mías pero de patrimonio. Pintadas por familiares muy directos míos y de quien trato de aprender y disfrutar

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