Por tierras de Paco, por Kurt Schleicher


 Paco es nuestro Paco Acosta, natural de Mazarrón y, por tanto, murciano de pro y a quien dedico estas fotillos.

 Murcia es una región sorprendente y esto es nuevamente una prueba, no sólo el valle de Ricote, que ya está en esta sección del blog.

  Mazarrón está al lado de unas minas de hierro abandonadas de forma similar a Riotinto en Huelva y que dan un color especial a esta zona. Y para no quedar mal al lado de Cuenca, en el pueblo de al lado, Bolnuevo, hay una Ciudad Encantada murciana.-

   Mazarrón no es, pues, una “playa” más del litoral. Tiene su “aquél”…

 Fotos:

1 a 11:   Las minas de Mazarrón. Parece una ciudad fantasma del Oeste  y solamente falta la musiquilla de "la muerte tenía un precio". Hay un pozo realmente peligroso, pues no está protegido y la caída sería mortal. Ideal para asesinatos impunes.


12 y 13: playa, península e istmo de Mazarrón, que se vuelve caprichosamente isla según suba la marea.


14 a 18: formaciones calcáreas de Bolnuevo, llamadas también ·”Ciudad Encantada” rememorando a Cuenca


19 a 21: Bolnuevo y su penínsuila particular, esta vez densamente habitada al revés de la anterior, que está protegida.



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Comentario de las estupendas fotos que Kurt ha realizado en mi pueblo, por Paco Acosta

Esta vez no es un comentario “por alusiones”, es que Kurt ha tenido tal osadía, temeridad o ganas de “jeringar”, que se ha ido a mi pueblo (de “nascencia” y de origen familiar) a hacer fotos, sin decirme nada antes, y sin que yo estuviese allí, para acompañarle como hubiera sido de rigor.

Pero es que él, magnífico fotógrafo, ha sabido encontrar y captar con gusto y pericia profesional, sin dejarse influir por los lugareños, algunos de los rincones con encanto de mi pueblo. No están todos, lógicamente, pues iba por su cuenta,… y riesgo (por lo que comenta del peligro que tiene ese pozo de respiración de una galería de las minas, sin cubrir).

Con lo poco que él ha querido enseñarnos (hizo muchísimas más fotos, pero el muy ladino se las guarda para su exclusivo disfrute), ha formado 4 grupos, que pretendo comentar, y aportar alguna información complementaria:

1º.- Las Minas (fotos 1 a 11)

Mazarrón “surgió” como pueblo (se independizó de Lorca) en 1572, a causa de sus minas de alumbre (por entonces el caserío se denominaba Casas de los Alumbres de Almazarrón), por las que se peleaban (y pasaron muchos años pleiteando), el Marqués de los Vélez (quedan en pié restos de su castillo) y el Marqués de Villena, que se dividieron la “posesión o propiedad” del pueblo y sus recursos. El alumbre es un sulfato de aluminio y potasio, que se utilizaba para fijar los tintes en la industria textil, y para la elaboración de medicinas y vidrio.

Pero antes de todo esto, hay testimonios muy concluyentes, de que los fenicios ya consideraban la minería en Mazarrón como de suma importancia. Se extraía plata, plomo, hierro y por buena parte del término proliferan minas y restos de fundiciones de aquella época. Los romanos también aprovecharon aquellos filones y se conservan lingotes de plata, de época tardo-republicana, en los que el “sello” o marchamo de calidad/autenticidad hace referencia a sus minas.

Cuando a finales del XVI, por los conflictos con Flandes, decayó la demanda del alumbre y su exportación, surgió la explotación de las minas de almagra (también llamado almagre o almazarrón), pigmento utilizado desde el paleolítico, en representaciones artísticas y en la cerámica. En los siglos XVII y XVIII fue comprado en grandes cantidades por la Real Hacienda, para los arsenales. Sus terreras, de un intenso color rojo, situadas en las afueras del pueblo, también te las has perdido, Kurt.

En el XIX la minería de Mazarrón alcanzó su máximo desarrollo, cuando se buscaba el hierro y la galena argentífera, siendo tan abundantes las extracciones, que se llegó a construir en las afueras del Puerto una fundición y hasta un ferrocarril que uniera el pueblo y las minas con esta barriada, a orilla del mar. Aún hoy son visibles los restos de estas infraestructuras, situadas en el cabezo del Faro.

Las minas tuvieron “vida” (es decir, fueron rentables) hasta el primer tercio del siglo XX. A principios de 1900, Mazarrón era conocido por la importancia de su minería, llegando a tener una población de más de 25 mil habitantes. Es la época en que, según me comentaba mi abuelo, aquello sí que parecía un pueblo del oeste americano, con sus bares al estilo saloon y sus cafés cantantes, donde corría fácilmente el dinero.

Mi abuelo, que explotaba unas minas en el Cabezo de San Cristóbal, (donde han sido tomadas las fotos y que es un monte -ahora casi hueco-, junto al que se encuentra el pueblo) iba pertrechado con una pistola browning, un revólver y un bastón de estoque…., lo que da idea de la “placidez” de vida que disfrutaban en aquellos tiempos.

Mi madre nació allí arriba, en la mina San Antonio.

La caída del precio del mineral, y el agotamiento de filones, hizo desaparecer la actividad minera y se produjo la consecuente emigración de la población, fundamentalmente a Cataluña.

Y allí quedaron, como restos de arqueología industrial, muchos de los castilletes de los pozos mineros (aun quedan algunos), y sobre todo las “terreras” donde se iba acumulando la ganga del mineral, y que hoy muestran ese colorido y aspecto de desierto lunar, que tan bien ha recogido Kurt en sus fotos. Desde hace unos años es patrimonio protegido.

Los mazarroneros que no emigraron, (gente laboriosa) supieron adaptarse a la nueva situación económica que se les planteaba, y como mi abuelo, se pasaron al sector agrícola, y aprovechando la bondad del clima desarrollaron plantaciones frutícolas primero, luego hortícolas al aire libre, y posteriormente en base a invernaderos, habiendo hecho famoso el “tomate de mazarrón”.

2. Las playas (fotos 12 a 21), aunque él las haya reducido a la 12 y 13

Cuando la bonanza del clima dejó de ser un “valor exclusivo” por la proliferación de invernaderos que permitían el cultivo de las variedades hortícolas en terrenos menos favorables, decayó sensiblemente la importancia económica de sus producciones. Los mazarroneros, una vez más se adaptaron a las nuevas circunstancias, y se apuntaron rápidamente al desarrollo turístico como fácil fuente de ingresos. No en vano el extenso litoral de Mazarrón (35 km de costa), cuenta con 31 playas (varias de bandera azul) y según dicen los folletos promocionales, hay 300 días de sol al año (a Kurt le tocó uno de los 56 restantes…) y una temperatura media de 20º.

Pero a mi entender, este desarrollo no se hizo siguiendo un “buen plan”. Y eso que ya se tenían noticias de la proliferación de engendros urbanísticos en otros lugares de la costa mediterránea. No se ha llegado a la monstruosidad de poner rascacielos casi a pie de playa (alguno hay), pero tampoco se hizo un plan urbanístico sostenible, quedando este tema en manos de pequeños promotores, bastantes de ellos sin ningún sentido estético, y con bastante voracidad económica.

No obstante, la escasez de agua (sí, la zona es muy deficitaria en acuíferos), unida a la lejanía de muchas de las playas, limitó en mucho la cantidad de construcciones, que se agruparon en torno a las playas más próximas a los núcleos de población ya existentes. Por eso a día de hoy aún podemos disfrutar de un buen número de rincones con mucho encanto, en playas vírgenes, a las que, con bastante acierto a mi juicio, se ha mantenido eso de llegar por caminos casi intransitables.

La foto 12, corresponde a la Playa de Nares, “mi playa” (bandera azul desde hace un montón de años). La hizo Kurt situado sobre el Cabezo de la Pava (en mi pueblo a este tipo de montes o montículos, se les llama “cabezos”), y el otro que se ve al fondo, y delimita la playa es el Cabezo del Castellar, que da lugar a la Playa de El Castellar. En este cabezo (lástima que no subieras, Kurt), hay un montón de restos romanos (ánforas y todo tipo de cerámica), junto con bastantes cimientos de edificaciones romanas, que fueron almacenes donde se almacenaban las vasijas con aceite, vino y “garum” -salsa a base de pescado salado, muy apreciada en todo el imperio de Roma-, a la espera de ser cargadas en las embarcaciones que atracaban en una especie de muelle natural situado al fondo. En este muelle se puede observar aún lo que los lugareños llamamos “el roce de las cuerdas”, que no creo necesario explicar el porqué.

Y Kurt habla de que este monte es una península con su istmo, y que se convierte en isla con las mareas. Pues te has equivocado ¡macho!. En este litoral, la marea casi ni se nota. Lo que se nota, y bien en algunos casos, son los temporales, los que hacen que los de allí digamos que el mar está “rabioso”. Y efectivamente, cuando hay temporal de Levante las olas sobrepasan ese istmo y pasan a la otra playa, la de El Castellar. Cuando el temporal es de “lebeche” (con viento del sur-oeste), o de “jaloque” (vientos de sur-este) el mismo cabezo hace de pantalla y se puede subir al monte sin mojarse los pies, a ver las olas romper, con toda su fuerza y espectacularidad, en la cara del mar abierto. Allí  Kurt, te están esperando unas fotos que espero puedas “descubrir” en próxima ocasión. Y un acantilado de vértigo….. Ahí abajo llevo muchos años (desde mi niñez), aprovechando los pocos momentos favorables, disfrutando de las rocas y “cogiendo cangrejos” (aunque se debería decir con mayor propiedad “cazar cangrejos”, pues el “pincho” que se utiliza es una especie de arpón). Se trata de la variedad  “cangrejo moruno” (llamado por aquellos pagos “cranco pelúo” -los más finos dicen “cranco peludo”-,  y los científicos dicen que se trata de la Eriphia verrucosa).

Como he dicho antes, la de la foto es la Playa de Nares, que tradicionalmente ha sido considerada como una playa familiar, y ahora explico porqué. En ella, la última casa que se ve al fondo, junto a El Castellar, y las palmeras, perteneció a mi abuelo materno, el de las minas, y la heredó un hermano de mi madre. Allí pasé algunos veranos siendo aún muy pequeño. En el centro de la playa, (casi no se distingue en la foto, pero la fachada es de color gris y tiene un pequeño árbol delante), la construyó mi otro abuelo (en 1910), la heredó mi padre y ahora comparto la propiedad con mis otros dos hermanos. Y eligió ese lugar, aparte de porque la playa es estupenda, y está, en línea recta, lo más próximo al pueblo de Mazarrón (unos cuantos km tierra adentro), porque allí había nacido su mujer (mi abuela). Son unas casas situadas (en la foto) algo más a la derecha, que las había construido su padre (mi bisabuelo), y sus hermanos…. Pero no queda ahí la cosa, los que algún tiempo después llegarían a ser mis suegros, levantaron en 1956 otra de las casas situada aún más a la derecha. Eran tiempos en los que inmediatamente detrás de estas casas empezaba la tierra de labor, (allí se plantaban tomates), no había agua corriente (las casas se construían con su aljibe, y se aprovechaba el agua de lluvia) y no llegaba hasta allí la luz eléctrica; nos iluminábamos con quinqués de petróleo (o en casa de mi abuelo el minero, con “carburos”)…., pero mis recuerdos de aquellos veranos, rodeados de los críos y crías, -de todas las edades-, de estas pocas casas, con toda la playa para nosotros solos, son imborrables, e inenarrables.

Además, en ese peñón del centro de la playa, aparecieron los cadáveres del en su día “famoso Crimen de Mazarrón”, que inspiró a Berlanga en el guión de la película El Extraño viaje (que he glosado en nuestras películas….)

La foto 13, también la ha tomado Kurt, desde el Cabezo de La Pava, pero mirando en la otra dirección. Muestra en primer término, la playa de La Pava, a continuación se ve la playa de La Reya, y al fondo la playa de Bahía. En el centro de la foto destaca “El Paula”, el único rascacielos de la zona, con sus más de 20 pisos, y dicen que en su azotea “se nota constantemente el movimiento ….”. No debían haberlo dejado construir (el derribarlo ahora me parece demasiado…). Menos mal que se quedó ahí, pues el proyecto inicial era que tuviera 3 cuerpos.

El otro edificio “singular” (el mayor de los que está junto a la playa) que se ve es el Hotel Bahía, que en su tiempo fascinó por su visión del mar, a César González Ruano, el periodista padre de “Polifemo” (el que fue jugador del Estudiantes), y a esta playa le dedicó algunos artículos muy elogiosos.

Justo debajo de donde se encontraba Kurt al tomar la foto, hay un par de cuevas, bastante visitadas por los turistas, que van desde la roca hasta el mar, y que junto con esos restos metálicos (dos pequeñas columnas) que se ven algo más allá, forman parte de un ingenioso sistema de “llenado de las salinas” (estaban detrás de ese conjunto de casas que sale en la foto) que desde tiempo inmemorial se utilizaba para aprovechar las embestidas del mar en los temporales. En caso de mar calmo, en el siglo XIX, se hizo un pozo que con una bomba y un motor (hoy desaparecidos), estuvo funcionando creo que hasta 1965, con los que se sacaba agua salada para alimentar las salinas, y lanzaba a los cuatro vientos un soniquete muy característico “pim-pam-chuf-chuf”. Los críos le llamábamos el motor del pim-pam.

El cabezo cuyo istmo se ve en el centro (ese no pierde nunca su condición, por muy rabioso que esté el mar), es el Cabezo del León, o Punta de los Gavilanes. Allí, rodeadas por esa valla metálica, que también se ve en la foto, se están realizando excavaciones arqueológicas, cuyos primeros resultados han sido el descubrimiento de una fundición fenicia, y almacenes de época romana.

3. Las Gredas o Erosiones de Bolnuevo, mal llamadas ciudad encantada (fotos 14 a 18)

Son formaciones naturales, de arenisca, realizadas por el viento y el agua, que con las formas que bien ha recogido Kurt en sus instantáneas, se encuentran a un paso de la Playa de Bolnuevo, y forman parte de las “postales” de Mazarrón. Contienen, entre la arenisca, multitud de fósiles de moluscos marinos y son muy frágiles (se desmoronan con suma facilidad), por lo que no es de extrañar que en relativamente poco tiempo se derrumben. Y más si proliferan las acciones de los visitantes desaprensivos….

4. Bolnuevo (fotos 19 a 21)

Bolnuevo es una barriada de Mazarrón, originariamente de pescadores, que está situada en las estribaciones de la Sierra de las Moreras, al final de la extensa Playa de El Castellar. Aprovechando su magnífica orografía, de monte y playa, se ha desarrollado en su entorno uno de los principales núcleos turísticos del municipio. Eso sí, sin ninguna planificación, ni cuidado medioambiental. Si Kurt hubiera dirigido su cámara hacia el monte, en lugar de hacia la playa, hubiera captado unas “pistas” que, en plena fase de especulación inmobiliaria, a modo de futuras carreteras llegaban hasta casi las cumbres, con objeto de que los “posibles compradores” pudiesen admirar las vistas que desde allí se tenían…. Menos mal que se cortó casi de raíz ese crecimiento incontrolado, con argumentos de protección de la tortuga mora y del palmito salvaje, que, según dicen, existen en la zona….

En un primer momento del desarrollo turístico de mediados del siglo XX se construyó ese conjunto de casas, de una envidiable situación privilegiada en el montículo, y junto a la playa, pero que en su origen “desaguaban directamente al mar”….. Los avispados turistas extranjeros fueron los primeros en valorar las ubicaciones de las casas situadas en las faldas de la sierra, (alrededor de una torre vigía del siglo XVI -llamada Torre de los caballos- que servía para avisar a la población y protegerla de las incursiones de los piratas berberiscos) y han constituido comunidades de ingleses, franceses y alemanes, que pasan allí todo el año, pero sin saber que junto a sus casas existe, además, un yacimiento arqueológico argárico…

A continuación del montículo de las fotos, el litoral continúa formando calas de pequeño tamaño, y gran belleza, en las que no hay construcciones, a las que se accede por unos caminos infernales, incluso para vehículos 4x4. En ellas se permite el nudismo, sin que la tranquilidad de las mismas se vea alterada por excesivos curiosos….

Y para terminar este comentario me parece obligado mencionar la importancia de los fondos marinos de Mazarrón, y me refiero no solo a la riqueza ictiológica y claridad de sus aguas, o sus magníficas praderas de poseidonia (solamente subsisten en aguas muy limpias, sin contaminar), que atraen cada año a buceadores de todas partes del mundo dispuestos a admirar estos bellos paisajes submarinos, con multitud de pecios y restos arqueológicos. Espero y deseo que sea solo para “admirar sin destruir”.

Desde “siempre” se había sabido que las aguas próximas eran muy ricas en hallazgos de ánforas, monedas y otros materiales procedentes de las actividades comerciales de la época romana. Pero hace unos pocos años, a consecuencia del cambio de las corrientes producido tras la construcción de un puerto deportivo, cambió la configuración de la arena en la Playa de la Isla, dejando casi a la vista, a muy pocos metros de la orilla, los restos de unos barcos fenicios, con una antigüedad de más de 2600 años, y uno de ellos, por su excelente estado de conservación, y el estar casi entero, desde la proa a la popa, es considerado el  barco completo más antiguo encontrado en el mundo hasta la fecha. Actualmente se mantiene bajo el agua, (“a pie de playa”) con un enrejado protector.

Estas letras son solo algo que me viene al hilo de estas fotos. No sabes lo que te has perdido, Kurt…..

P.D.

Cuando ya estaba “terminado” el escrito anterior, el bueno de Kurt, me manda otro grupo de fotos de mi pueblo, pues el muy canalla se había callado que ¡ya había estado allí antes!. Es bueno que haya repetido…., señal de que se dio cuenta que allí había más tema para un reportaje….

Las dos primeras las hizo subido en el Cabezo del Castellar, enfocando hacia la playa de Nares a la derecha y la Playa de El Castellar a la izquierda. En la segunda se  ve al fondo, a la izquierda, la Sierra de las Moreras, en cuya falda está Bolnuevo.

Las 2 siguientes son de la Playa de Nares, “mi playa”, una tomada desde el extremo opuesto, junto a La Pava, y la otra me da la sensación que es una toma “desde lejos”, buscando un bonito efecto de bruma, causado por la evaporación del mar, algo movido, y el sol en declive. Creo que para hacerla se subió a un mirador que hay al terminar la Playa de Bahía, situado sobre la Cueva de los Suspiros, junto al puerto deportivo. A Kurt seguro que no le gustan los barcos, pues desde allí arriba, hay una buena panorámica de los mástiles de los veleros….

La quinta: primer plano de la esquina de la playa de Bahía, con la Sierra de las Moreras al fondo. El cabezo del León y el de El Castellar, se ven mejor, adentrándose en el mar, en la siguiente fotografía (la sexta), tomada también desde el mirador anterior, poco antes del ocaso.

En las dos últimas, Kurt ha enfocado “tierra adentro”, para, sobre las techumbres de las casas construidas donde antes estaban las salinas, enfocar las serranías que delimitan el término de Mazarrón, por el Norte, y contribuyen, con su efecto barrera contra los vientos terrales, al benigno micro-clima que allí se disfruta. Se ven también invernaderos, y unas casas-colmena con terrazas en escalera, orientadas a poniente, donde los extranjeros ávidos de sol, se cuecen irremisiblemente en cualquier época del año……

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7 comentarios:

  1. Ahora ha quedado redondo, muestra de la inopinada simbiosis que hemos formado Paco y yo, él hablando de su amado terruño que le vió nacer como yo no sería capaz de hacerlo y yo poniendo lo mejor que sé con mis fotos, ensalzando en la medida de mis posibilidades esa bonita tierra.

    Enjúgate la lagrimita, Paquillo...

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  2. Las misteriosas fotos que parecen cuadros abstractos (3, 6, 9 y 10 de la primera hornada) no son más que el borde de la carretera, pues como había llovido en tiempo pasado poco antes, se había formado un chorrillo coloreado por los minerales circundantes que me inspiró.

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    1. Cuando era chiquillo pasaba los veranos, con mis abuelos, en Mazarrón. Por el centro del pueblo, pasaban unas “boqueras” (algo así como canales naturales), que bajando desde las minas, las habían formado (a lo largo de muchísimos años) aguas procedentes del lavado de los minerales. El fondo de estas boqueras quedaba con este colorido aspecto. Los críos evitábamos tocar ese fango, pues debía ser ¡veneno puro!

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  3. Cabezo de el Castellar: ¿se convierte en isla o es siempre península?. Var las fotos 12 (1ª parte)y la 01 de la segunda, en la que se ve de forma muy clara el istmo visto desde arriba, desde el cabezo ése.
    Paco afirma y tendrá razón (para algo es de allí) que las mareas no llegan como la sangre al río y que el tal cabezo no deja de ser península, pese al delgadito istmo que lo une con tierra. Yo lo ponía en duda por simple experiencia personal, ya que en cierta tarde de Mayo crucé el istmo sin dificultad calzando unas deportivas y a la vuelta me encontré con al sorpresa que el mar se me estaba "comiendo" el istmo y pasó lo que tenía que pasar: que me mojé los pies. Cierto es que no llegaba a cubrirlo, pero aseguro que me hundía en la arena ya mojada por el mar. Tras esta experiencia física, asumí que aquello seguiría su evolución y el mar acabaría cubriendo el istmo; no me quedé a comprobarlo.
    La explicación se ve en la foto 01: hay zonas más oscuras que indican que el istmo se estaba mojando.
    ¿Cómo se llaman los oriundos de Mazarrón? ¿mazarromeros? Pues los que vienen del Cabezo (como yo aquél día) se tendrán que llamar cabezones, digo yo.

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    1. Es “siempre península”…. Como he dicho, únicamente cuando hay olas de cierta entidad, en Nares, la lengua de la ola pasa por encima del istmo y viene a llegar al rincón de El Castellar. Y esto ocurre con relativamente poca frecuencia. En los últimos tiempos algo más, pero la causa hemos de achacarla a los tractores de limpieza de la playa que arrastran (y retiran) arena al pasar. De todas maneras, el mar sí que es “cabezón”, y el constante ir y venir de las olas va acumulando arena allí….

      ¡Ah! Y somos “mazarroneros”, con “n”

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    2. Pues me gusta más "mazarromeros", que es más aromático que "mazarroneros" y suena a marrulleros o al color marrón de las minas...

      Podrías hacer una proposición de ley al Ayuntamiento, ya que está de moda...

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    3. Mazarromeros, puede servir para los que asisten a la romería desde Mazarrón a Bolnuevo.
      Esta romería se realiza en conmemoración del Milagro de la Purísima Concepción, que tuvo lugar el sábado 16 de Noviembre de 1585. (Precisamente hoy es cumpleaños….)

      Según consta en diversos escritos y testimonios, esa noche, desembarcaron, cerca de Bolnuevo, unos piratas bereriscos (siete galeras, dice Ginés García Alcaraz, en una crónica de 1754, con 500 hombres de armas), con intención de saquear Mazarrón y hacer cautivos para posteriormente obtener su rescate. Mazarrón tenía entonces, según la misma fuente, 1000 vecinos y dos castillos (el del Marques de los Velez y el del Marques de Villena).
      Cuando estaban ya cerca de las casas, empezaron a tocar a rebato las campanas de la iglesia (sin que nadie las tocase, y estando la iglesia bien cerrada, y sin nadie dentro). Al oir sonar la campana los asaltantes huyeron despavoridos. Y dicen las crónicas, según los testimonios de los vecinos que comenzaron a salir alarmados de sus casas, que los seguía “una hermosa doncella, picándolos en la retaguardia, y los consternaba a más desordenada ligereza”. En el camino de retorno a las galeras abandonaron armas y estandartes, que hasta hace poco adornaron la iglesia (hoy se encuentran en restauración).
      Una vez pasado el peligro, los vecinos fueron a la Iglesia, cuya puerta se mantenía cerrada, y al abrirla descubrieron que la lámpara, situada junto a la imagen de la virgen se encontraba encendida y “vertiendo aceite en grande abundancia”, del que se recogió bastante cantidad. Además el rostro de la “Sagrada imagen, se admiraba encendido, y sudando”. El prodigio se mantuvo “una y otra maravilla, por espacio de una hora. La misma tradición asegura, que el manto azul de la imagen de la Virgen, tenía “el ruedo mojado y con menudas arenas”.

      Es leyenda popular, desde siempre, que en la arena de la playa por donde pasó la virgen, nacían unas azucenas que florecen en verano.

      Yo conservo, y cuido con esmero intentando que no se extingan, algunas de estos bulbos de azucena, plantados en la misma arena, frente a la casa de mi suegra. Estas azucenas derivan de aquellas que siendo joven, y antes de que se urbanizase la playa de El Castellar, pude recoger para evitar que se perdiesen…..

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