lunes, 25 de enero de 2021

MONASTERIO DE BATALHA. LA EVOLUCIÓN HACIA EL MANUELINO

...POR JOSÉ LUIS CERDÁN

... Mandado construir por Juan I de Portugal por la ayuda recibida de la Virgen, en la victoriosa batalla de Aljubarrota sobre Juan I de Castilla que ponía fin al conflicto dinástico.
Bajo la administración de la Orden dominica, su construcción duró desde finales del siglo XiV hasta principios del XVI Su ejecución comprende desde el gótico avanzado hasta el singular estilo manuelino 


Puerta principal





Ventanas manuelinas

Nave principal 
Transepto


Presbiterio
Nave lateral
El primer arquitecto (gótico avanzado) fue Afonso Domingues, le sucedió el catalán Huguet (gótico flamígero)
Sepulcro de Mateus Fernandes el Viejo, maestro del estilo manuelino

Capilla de los fundadores, debida al maestro Huguet


Sepulcros de Juan I y Felipa de Lancaster
Claustro Real, decorado en estilo manuelino por Diogo de Boitaca







Fuente para abluciones

Sala capitular


Espacio exento



El maestro Huguet en una ménsula
Claustro de Alfoso V, siglo XV

Capillas imperfectas. Espacio proyectado por el maestro Huguet para panteón del rey Duarte y familia. Quedó sin cubrir por eso su denominación.
Es la parte de Monasterio más genuinamente manuelina





Sepulcro de Duarte I y Leonor de Aragón


Los caracoles junto a la soga, utilizados como motivo decorativos por el estilo manuelino

miércoles, 9 de enero de 2019

OTOÑO EN EL TIROL Y EN MADRID, 2018


...Por Kurt Schleicher

    ¿Son los otoños diferentes en función del lugar o el otoño es otoño porque va después del verano y se caen las hojas a la espera del invierno?
    Es evidente que los otoños no son iguales y ni siquiera coinciden con la época del año; en ese “proceso puente” entre el verano y el invierno los matices son muy interesantes y hay que saber cuándo es el momento ideal de disfrutarlo. El día que perdamos la facultad de extasiarnos con la paleta de colores otoñal, habremos muerto un poco. Y aún más: hay años en que los otoños son excepcionales en cuanto a esos matices y otros que resultan algo frustrantes, pues si el verano resulta largo y el invierno tempranero, el pobre otoño no tiene tiempo de sacar a la luz su colorido y si lo hace, habrá que estar muy atentos; será efímero.
   Por estas razones, cada año procuro estar atento, armarme con mi cámara y dejarme guiar por lo que veo o intuyo.
   Normalmente me circunscribo a Madrid, pero hay ocasiones en que surge algún viaje entre octubre y noviembre y esto sucedió en 2018. Quise dar una sorpresa a una entrañable prima mía  con ocasión de su cumpleaños. Ella reside en Bolzano, la capital del Tirol del Sur, oficialmente italiano, pero en realidad bilingüe con el alemán por razones históricas. Más aún, hoy pervive todavía un ancestral sentimiento nacionalista / independentista (¿de qué me sonará eso?) de raíces germánicas. Bolzano está en un valle y en el momento que se asciende a cualquier montaña de las muchas que hay alrededor, se habla solamente alemán e incluso los establecimientos ya dejan de ser bilingües: los nombres suelen ser “Alphaus” y no “Casa degli Alpi”, que suena horroroso además. El valle está cerrado por una formación espectacular de los Alpes Dolomitas a modo de pared, conocido por “Rosengarten” (Jardín de las Rosas en alemán) o “Catinaccio” en italiano (¿no es eso lo que hace la defensa de la Juve?). Tiene fama su coloración rojiza al atardecer en días claros y en especial en otoño por la inclinación del sol. Bolzano está ligado a mi familia, pues allí vivieron mis abuelos, en el primer piso de una casa de tejado escalonado bajo una torre muy antigua (Torre Druso) de forma cilíndrica; ambas se conservan (ver foto). Cerca de allí hay multitud de castillos; el más famoso es el imponente Runkelstein, sobre una roca elevándose majestuosamente sobre el río, como se ve en la fotografía.
    La otra razón del viaje fue visitar Turín y su museo egipcio, considerado el mejor del mundo tras el de El Cairo, pero eso ya es otra historia. En cuanto al otoño, en esta ciudad se encuentra el Parco Valentino, a un lado del río Po,  del que se dice que hay que visitarlo precisamente en otoño. Por supuesto lo hice, pero se conoce que no era el momento apropiado y no incluyo ninguna foto.
   En cuanto a Madrid, el Retiro sigue siendo una reserva otoñal que nunca me falla y en este año el Campo del Moro bajo el Palacio Real ha resultado esplendoroso. Será que esta vez sí acerté con el día apropiado.
  KS, 9 de enero de 2019